En marzo de 2020, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) llevó a cabo una evaluación exhaustiva de los riesgos asociados con la presencia de aflatoxinas en los alimentos, confirmando que estas sustancias son genotóxicas y carcinógenas. Las aflatoxinas, producidas por hongos del género Aspergillus, pueden contaminar una variedad de alimentos, incluyendo cacahuetes, frutos secos, maíz y cereales. Este tipo de contaminación es especialmente prevalente en zonas con climas cálidos y húmedos, y puede tener graves consecuencias para la salud humana si no se controla adecuadamente .
La contaminación por aflatoxinas en alimentos es un problema grave debido a la toxicidad de estas sustancias. La aflatoxina B1, la más común y peligrosa, puede encontrarse en alimentos como maíz y cacahuetes. Un estudio de la EFSA de 2012 indicó que el cambio climático podría aumentar la presencia de aflatoxina B1 en los cereales de la UE, lo que subraya la necesidad de medidas preventivas continuas . La Comisión Técnica CONTAM de la EFSA ha advertido repetidamente sobre los riesgos de aumentar los límites permitidos de aflatoxinas, destacando que incluso pequeños incrementos podrían elevar significativamente el riesgo de cáncer entre los consumidores .
Los resultados de la evaluación de riesgos de la EFSA son claros: las aflatoxinas representan un peligro significativo para la salud pública. La exposición continuada a estas toxinas puede causar daños hepáticos graves y aumentar el riesgo de cáncer hepático. En particular, la aflatoxina B1 es conocida por su alta genotoxicidad y carcinogenicidad, lo que la convierte en una de las sustancias más peligrosas que pueden estar presentes en los alimentos .
Un análisis de la EFSA en 2018 estimó que aumentar los niveles permitidos de aflatoxina en cacahuetes podría incrementar el riesgo de cáncer en un factor de 1,6 a 1,8 . Además, un informe de 2013 sobre aflatoxinas en cereales reveló que la contaminación fúngica puede variar significativamente de un año a otro, dependiendo de las condiciones climáticas y las prácticas agrícolas . Estas estadísticas subrayan la importancia de mantener niveles estrictos y monitorear constantemente la presencia de aflatoxinas en la cadena alimentaria.
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